El Observador de la Actualidad

El Observador

Periodismo católico para la familia de hoy

27 de Febrero de 2000 No. 242

SUMARIO

bullet PINCELADAS El cuarto del mal humor
bulletEl hombre del tercer milenio (VII) La educación: el reto de los retos
bulletCRÍTICA DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN ¿Puede un medio cambiar al país?
bulletDiez consejos para padres de adolescentes
bulletCULTURA CATÓLICA Diario del Padre Eterno, de Joaquín Antonio Peñalosa
bulletJubileo: cuando la fe se hace camino al encuentro del Invisible
bulletEL RINCÓN DEL PAPA Peregrinación espiritual a Iraq
bulletCOLUMNA HUÉSPED La política, a nuestras puertas
bulletPERDER POR DEFAULT Que ya no hay herejes
bulletAL ALBA DEL MILENIO El reto de los creyentes


PINCELADAS
El cuarto del mal humor
Justo López Melús *

Hay personas masoquistas que se autoflagelan voluntariamente. Buscan compasión de los demás, prefieren llorar antes que reír. No saben que Dios nos ha hecho de forma que sea más fácil reír que llorar. En efecto, para reír sólo contraemos 19 músculos de la cara, para llorar contraemos 57 músculos.

Los que disfrutan formentando su tristeza deberían formar juntos una congregación. O por lo menos recluirse para no contagiar a los demás. Se cuenta que en algunos sitios de la India se reserva en las casas una habitación –la Krodha gava– en la que se aísla voluntariamente cada miembro de la familia cuando se da cuenta de que no puede dominar su mal humor y va a contagiar a los demás. Esa habitación se llama el cuarto del mal humor.

* El autor es Operario Diocesano en San José de Gracia de Querétaro.

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El hombre del tercer milenio. Retos, aspiraciones y compromisos (VII)
La educación: el reto de los retos
Lorenzo Servitje Sendra

El gran tema del nuevo siglo es la educación, al que el hombre del milenio deberá comprometerse a brindarle su mayor atención.

Un fenómeno social al que la generación adulta que se adentre en el nuevo siglo habrá de abocarse es el de las migraciones humanas y los problemas que esas migraciones crean. Y esto no se refiere sólo a los desplazamientos de unos países a otros con los problemas del desarraigo familiar y shocks culturales, sino, en nuestro país, a la migración campo-ciudad que da lugar a los asentamientos humanos irregulares y cinturones de miseria en la periferia de las ciudades. Esto causa graves problemas como la delincuencia, la insalubridad, el ambulantaje y las presiones sociales y políticas que se quieren combatir como causas mayores de otros males, cuando en realidad son sus consecuencias.

El crecimiento demográfico en México ha venido moderándose en los últimos años, pero siguen alto en zonas rurales e indígenas. Crear una mentalidad de paternidad responsable será necesario. Todo esto nos lleva al que considero el gran tema del nuevo siglo: la educación, y al que el hombre del milenio deberá comprometerse a brindarle su mayor atención. Se ha hablado mucho de que la educación es la gran palanca para el desarrollo. Y para impulsarla habrá que fortalecer la educación básica, aumentar el número de horas y días de estudio, realizar rigurosas evaluaciones periódicas, fomentar las escuelas de padres de familia, capacitar, responsabilizar y estimular más al magisterio y mejorar lo que publican y lo que difunden los medios de comunicación.

Y en este propósito no sólo insistir en la instrucción y la capacitación indispensables para la competitividad y la globalización, sino en lo que debe ser la educación en su más alto sentido, en la formación del carácter de los educandos, en la difusión de los principios y valores morales que contribuyan sobre todo a su bienser, tarea a la que deben concurrir también la familia y las iglesias. Educación moral que se impondrá en un mundo donde el consumo excesivo, el ansia del placer y el egoísmo vemos que se están extendiendo. La decadencia de las naciones, según nos enseña la historia, se inicia cuando los pueblos abandonan los principios morales y la práctica de las virtudes indispensables para una sana convivencia. Esto ya lo dijo Octavio Paz elocuentemente:

«Lo mismo para los pensadores antiguos que para los modernos, de Aristóteles y Cicerón a Locke y Montesquieu, sin olvidar al mismo Maquiavelo, la salud pública de las sociedades dependía de la virtud de los ciudadanos. Se discutió siempre el sentido de esa palabra, pero cualquiera que sea la acepción que se escoja, el vocablo denota siempre dominio sobre nosotros mismos. Cuando la virtud flaquea y nos dominan las pasiones –casi siempre las inferiores: la envidia, la vanidad, la avaricia, la lujuria, la pereza– las repúblicas perecen. Cuando ya no podemos dominar a nuestros apetitos estamos listos para ser dominados por el extraño. A medida en que la virtud se debilita, crece el río de la sangre».

El reto del hombre del tercer milenio será que tendrá que enfrentarse a lo que se ha llamado relativismo moral, que es, en pocas palabras, dejar a la libertad de cada uno lo que es el bien y el mal. Esta decisión no puede dejarse a la subjetividad de cada uno. Hay normas morales, de valor universal y permanente, que son válidas por sí mismas y que la sabiduría de casi todos los pueblos ha hecho suyas y las ha observado, y ha pagado un altísimo precio cuando no lo ha hecho.

Hoy, a tono con el individualismo prevaleciente, se insiste mucho en los derechos humanos y existe la famosa Carta de las Naciones Unidas que los sustenta. ¿No nos está haciendo falta una Carta de los Deberes Humanos? En nuestro país este deterioro moral es evidente. Ya hemos mencionado algunas de sus manifestaciones, y una que desafortunadamente pesa mucho entre nosotros es la corrupción.

Federico Reyes Heroles, en su reciente libro, Memorial del mañana, profundiza en el tema, y lo que nos dice es muy doloroso: «La corrupción en México es brutal», Uno de cada tres mexicanos considera que violar la ley no es grave; uno de cada cuatro considera natural que haya prácticas inmorales, y uno de cada cinco ha caído en cierto desánimo y considera que siempre ha existido: «así somos y así seremos». Y añade que, en un reciente encuentro de Transparencia Internacional, México es calificado en esta materia entre los países más bajos, superado en este estudio sólo por cinco que salieron peor: Paquistán, Rusia, Colombia, Bolivia y Nigeria.

EL OBSERVADOR 242-2

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Crítica de medios de comunicación
¿Puede un medio cambiar al país?
Santiago Norte

Note el lector el título de esta colaboración. No hablo de «los» medios; hablo de «un» medio. Quizá piense que no es posible para un medio cambiar las circunstancias de un país completo. Y no se equivoca. Empero, un medio sí puede acompañar (y empujar) la transición hacia la democracia. Tal es el caso –paradigmático– de la Gazeta Wyborcza, el periódico polaco que dirige su fundador, animador y cabeza visible: Adam Michnik.

La Gazeta nació casi como órgano clandestino («samisdat») en Polonia, hacia 1989. Mascarón de proa de «Solidaridad», ha hecho de su presencia en Polonia un catalizador de la democracia. Fue la expresión del cambio polaco, su vehículo, su aliento. De la mano de las aspiraciones genuinas de los polacos, la Gazeta es una historia tremenda de éxito: hoy vende medio millón de ejemplares diarios (un millón los domingos), cotiza en la Bolsa de Varsovia y la de Londres y posee una plantilla de suscriptores en Polonia que envidiaría cualquier diario parisino o neoyorquino.

Michnik es un forjador nato de la democracia, un aspirante ideal a modelo de periodista comprometido. Fue leal en su oposición al régimen comunista, consultó los oscuros pasillos de las cárceles bajo la bota de Moscú, y al salir, lejos de encandilarse con la luz del neocapitalismo, se dedicó a sembrar semillas de futuro, sembrando dos ideales (que pueden ser contenidos en las páginas de un periódico): libertad y democracia. Su amigo Vaclav Havel –presidente checo– diría que Michnik ha sabido pagarle a Occidente sus aportes al cambio de Europa Central: los pilares del periodismo de Gazeta Wyborcza son los pilares (olvidados) de esta porción del mundo que vio nacer el ideal cristiano de la centralidad de la persona sobre el Estado. En once años muchos se han preguntado por las cualidades intrínsecas del fenómeno Michnik. Son varias, y podrían actuar como enseñanzas para los que estamos metidos en empresas comunicativas de varia índole. Primero: la congruencia. Michnik y sus colaboradores son los mismos desde que el periódico no existía. No ha encontrado ninguna «vaca sagrada» del marketing ni ninguna pluma-vedette que no hubiese participado en la lucha previa al desmoronamiento del poderío ruso. Segundo: la modestia y medianía de ganancias del propio Michnik. No obstante ser el diario de mayor éxito comercial, publicitario y bursátil de Centroeuropa, no es dueño de una sola acción de las que se compone la empresa. Tercero: el compromiso, que en él se expresa en doble sentido: con la palabra y con la dignidad humana.

¿Cuántos periódicos, televisoras, revistas o empresas radiofónicas de México podrían ufanarse de su compromiso real con la palabra –escrita, hablada– y con la noción poco comercial de dignidad de la persona? Claro que en sus objetivos todas aducen su vínculo con la gente. Pero en su práctica cotidiana a la mayoría se les nota la demagogia. La lógica del mercado las vence a las primeras de cambio, sin saber que el lector, el auditorio, tiene un deseo inaplazable de guía y estímulo hacia la esperanza. Para el periodismo en general, la figura de Michnik es la constatación de que los ideales universitarios no son vanos, que sí se puede lo que sí se debe: que la ética y la decencia, que la libertad y la pluralidad «cotizan» muy bien, pero a la larga.

Algo más: la compasión. Michnik tiene ese sentido católico de luchar desde la trinchera a favor del más débil. Tiene esa noción (muy poco extendida entre los periodistas de la última hora) de ir de la mano con alguien hacia alguna parte. Y llevar a cabo esta empresa ha ayudado –enormemente– a la democracia y al cambio de Polonia: la Gazeta es lo que debe ser un medio: contrapeso moral de la autoridad.

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Diez consejos para padres de adolescentes

1. Procuren en su hogar un ambiente de amor y cariño que ayude a sus hijos a seguir madurando.

2. Ofrezcan un ambiente seguro donde los hijos puedan confiar en ustedes y expresar sus ideas y sentimientos. Y expresen ustedes también los suyos: permitan que sus hijos los conozcan no sólo como padres sino en forma más amplia, como seres humanos, con dudas, con sueños, con miedos, con proyectos, con una historia...

3. Enseñen y estimulen a sus hijos a expresarse de un modo adecuado, sin violencia y sin ir acumulando cosas. La primera lección es el ejemplo.

4. Mejoren la comunicación entre ustedes y sus hijos. Siempre puede ser más cercana, profunda, íntima, estimulante o vital. En esta comunicación deben incluirse los temas que interesen o inquieten a los adolescentes, como la sexualidad, la afectividad, el sentido de la vida, los problemas de la familia, de la escuela, de la sociedad, y cualquier otro que ellos manifiesten. La comunicación se logra por medio de diálogos, no de sermones. Hay que repetirlo: padres, eviten los sermones, los discursos, los monólogos. Si el hijo no está dispuesto a dialogar, digan lo que tienen que decir en una forma breve, directa. Finalmente, pero no menos importante, diríjanse a unas personas que están mucho más cerca de ser adultos que de ser niños. No los traten como a niños.

5. Estén atentos a sus hijos, sean sensibles a lo que les ocurre.

6. Respeten la libertad de sus hijos y procuren su desarrollo para que aprendan a ejercerla. La libertad es esencial para el espíritu humano.

7. Pongan límites a sus hijos, porque sin ellos estarían desorientados. En la familia debe haber normas claras. Escuchen la opinión de los hijos al respecto, dispuestos a ser un poco más flexibles cuando sea posible. No sean arbitrarios. Si se logra que los hijos estén de acuerdo con las normas, entendiendo su porqué, todo se vuelve mucho más sencillo.

8. Por cada vez que regañen a sus hijos o digan algo negativo de ellos, denles cinco muestras de amor o cinco elogios. Subrayen lo positivo, no lo negativo.

9. Manifiesten rechazo por las conductas equivocadas, jamás por sus hijos. Hay una gran diferencia entre decir: «Tu cuarto está tirado; por favor, recógelo», a decir: «Eres un flojo». Aunque sus hijos cometan errores, confíen una y otra vez en ellos (claro, ayudándolos a que tengan mejores elementos para no volverlos a cometer).

10. Denles mensajes de apoyo, de aliento, haciéndole ver sus cualidades y aplaudiendo sus logros. Que sus mensajes estén orientados a aumentar su autoestima, no a disminuirla. (Y. C.)

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CULTURA CATÓLICA

Diario del Padre Eterno, de Joaquín Antonio Peñalosa, de Joaquín Antonio PeñalosaDiario del Padre Eterno, de Joaquín Antonio PeñalosaDiario del Padre Eterno, de Joaquín Antonio Peñalosa

Una de las últimas obras del presbítero monseñor Joaquín Antonio Peñalosa, quien fuera llamado a la presencia del Padre Celestial hace algunos meses, es ésta, el Diario del Padre Eterno. Monseñor Peñalosa la elaboró para conmemorar el «Año del Padre, 1999», y en ella invita a la reflexión y al reconocimiento del año de Dios por todos nosotros, amor infinito que entre estas páginas se insinúa y que fácilmente podemos confirmar considerando los innumerables dones que por todas partes nos rodean.

Con su humorismo habitual y sencillez de espíritu, monseñor Peñalosa nos enseña a valorar la mano bienhechora de Dios, presente en todas partes y en todos los tiempos. Transcribimos una de las pequeñas historias para que el lector juzgue.

La pregunta sin respuesta

Luego que Caín asesinó a Abel, lo reconvine preguntándole:

– ¿Qué has hecho de tu hermano?

Y Caín, envalentonado:

– No sé. ¿Soy acaso el guardián de mi hermano? (Gen 4, 9-12).

Todos los días sigo oyendo la misma frase elusiva del asesino: No sé. Nadie quiere responsabilizarse de la muerte de su hermano, y todos son cómplices.

Fratricidas son ustedes, los abortistas que matan con premeditación, alevosía y ventaja. Los narcotraficantes y su imperio subterráneo, donde no se pone el sol, malditos. Los hediondos pornógrafos, cargados de toneladas de revistas y videocasetes. Los comerciantes de carne humana, más rentable entre más inocente, malditos. Los lobos imperiales que sojuzgan con préstamos impagables a las naciones flacas. Los fabricantes de obuses, de metralletas, de esqueletos, malditos. Los que esconden y encarecen el maíz, el trigo, el azúcar a los ya de por sí muertos de hambre. Los insaciables coleccionistas de dólares y puñados de diamantes. Los que destrozan la esperanza, la conciencia y la aurora, fratricidas, caínes de todos los días, asesinos. Óiganme.

Yo les di un hermano para que lo amaran y me entregan un pudridero de huesos deshabitados. La sangre de su hermano me está gritando desde la tierra. Malditos.


PEÑALOSA Joaquín Antonio. Diario del Padre Eterno. Ediciones Paulinas. México, 1998. 102 pp.

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Jubileo: cuando la fe se hace camino al encuentro del Invisible

La peregrinación ahonda sus raíces en la propia historia de la humanidad. Siembre hubo en el ser humano una moción espiritual de búsqueda de lo sagrado. Es algo que subraya el conocido especialista en historia de las religiones Julien Ries. El viaje ha sido a lo largo de los siglos para las religiones primitivas y para las históricas una importante práctica. Era un desplazamiento relacionado con los mitos, los símbolos, pero con el deseo de orar en los lugares donde se produjeron los principales acontecimientos de la propia fe. Es éste el sentido profundo de la dinamización de energías dormidas que ha supuesto la convocatoria del año jubilar: reencontrarse con las fuentes de nuestra fe.

Las «ciudades santas» del paganismo

Julien Ries afirma que las primeras trazas de peregrinaciones realizadas por el ser humano se remontan a hace veinte mil años. Son huellas que se afirman en las culturas neolíticas. Al alba de la historia algunos relatos de la antigua Mesopotamia hablan de procesiones y peregrinaciones de cuyo ritual permanecen algunos fragmentos. Bajo el antiguo imperio del Egipto faraónico los peregrinos se dirigían a las ciudades santas de Heliopolis, Menfis o Tebas. En el Medio Oriente, en el imperio hitita, cada año la pareja real realizaba un periplo religioso por los grandes santuarios en las montañas. En la antigua Grecia las comunas de peregrinos se dirigían a los templos de Delfos, Eleusis o Epidauro. En India la geografía sagrada pasa por Benarés, Puri o Mathura y los lugares budistas, o la ciudad santa de los Sij. Lo mismo sucede en otros países asiáticos. También en las civilizaciones de América Central había lugares sagrados objeto de peregrinación.

Las peregrinaciones en el pueblo de Dios

Los hijos de Abraham ocupan un lugar destacado en la historia de las peregrinaciones, sobre todo con las tumbas de los patriarcas, la más ilustre de las cuales es la gruta de Makpela, en Hebrón. La peregrinación a Jerusalén será el centro de la vida del pueblo de Israel, tanto como La Meca para los musulmanes.

Los Evangelios demuestran que las comunidades de Palestina conservan la memoria de los numerosos lugares de la vida y muerte de Jesús. Pero, poco antes de la primera revuelta contra Roma (66-70 D.C.), los cristianos dejan Jerusalén, antes de la destrucción de la ciudad y del templo. Tras la segunda revuelta (132-135 D.C.), el emperador Adriano decide acabar con la ciudad, que había sido reconstruida. Rellena las ruinas y sobre ellas edifica la columna Aelia Capitolina, una ciudad romana y pagana que recubre los vestigios antiguos y, al mismo tiempo, conserva todos los memoriales evangélicos, escondidos bajo los templos paganos.

Los primeros cristianos comprendieron y vivieron la realidad de la peregrinación a Tierra Santa, pero en un contexto de persecución. Tras el 313 D.C., a la libertad de la Iglesia sigue el redescubrimiento de Jerusalén. A ello se añade la atracción ejercida por las tumbas de los mártires y de los grandes testigos de la fe. Nace de nuevo Jerusalén como polo de atracción de las peregrinaciones cristianas que será el origen de todas las peregrinaciones posteriores. (ZENIT)

El auténtico peregrino

El peregrino es un viajante que ha dejado su casa para ir en busca del misterio, es decir, el «más allá», capaz de cambiar algo «en esta vida».

La motivación del peregrino no son los negocios, ni la familia, ni la curiosidad artística o intelectual.

El auténtico peregrino es un hombre religioso que cree en la existencia de una realidad última y trascendente.

Cada peregrinación se coloca en el contexto de una experiencia de lo sagrado que se hace a través de los símbolos y de los ritos. En el camino del peregrino el símbolo está siempre presente: la elección del lugar nunca es arbitraria, se hace en relación con los acontecimientos fundamentales de la fe.

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EL RINCÓN DEL PAPA
Peregrinación espiritual a Iraq

A pesar de la imposibilidad de su viaje a la cuna de Abraham, Ur de los Caldeos, que se encuentra en el actual territorio de Iraq, Juan Pablo II no ha dado marcha atrás a su plan de peregrinar por los caminos del pueblo de Dios. Inglaterra y Estados Unidos, por motivos políticos, hicieron todo lo posible por hacer desistir a Su Santidad de tan espiritual recorrido, pero fue el propio Saddam Hussein quien tuvo que reconocer que su gobierno no podía garantizar que el avión del Papa no fuera derribado por soldados estadounidenses o ingleses dado el control aéreo impuesto.

Entonces, ¿cómo hará Su Santidad para llevar a cabo sus planes? Así lo expresó él: «Uno de los aspectos espirituales más significativos y profundos del Jubileo es la peregrinación (...) Es un ejercicio ascético laborioso, de arrepentimiento por las debilidades humanas, de constante vigilancia de la propia fragilidad y de preparación interior a la conversión del corazón. Este significado interior de la peregrinación es profundizado ulteriormente y completado por los contenidos de fe y de espiritualidad que emanan de los lugares santos, que por antigua tradición son meta de peregrinaciones individuales y comunitarias».

«Consciente de estos contenidos espirituales fundamentales de la peregrinación, he decidido visitar (...) las tierras que han quedado marcadas de manera particular por las intervenciones de Dios en la historia de la salvación».

«Mi deseo era visitar en primer lugar Ur de los Caldeos, la actual Tal al Muqayyar en el sur de Iraq, lugar de origen de Abraham, quien (...) recibió la Palabra del Señor que le invitaba a dejar su tierra y a ponerse en camino hacia el país que le indicaría (...) La salvación de Dios comenzó a caminar con él por los caminos de la historia humana. Por estas consideraciones, en nombre de toda la Iglesia, hubiera querido ir a rezar y a reflexionar en el lugar, Ur de los Caldeos, desde donde partió Abraham. Dado que no ha sido posible, quiero realizar al menos espiritualmente una peregrinación así».

«Después de esta primera meta, será posible continuar con el espíritu lleno de gratitud hacia las demás etapas por las que se ha desarrollado la historia de la salvación, comenzando por el Monte Sinaí».

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Columna huésped *
La política, a nuestras puertas
Rodolfo Soriano Núñez

La culminación del siglo y el milenio trae para México hechos significativos en distintos ámbitos, señaladamente el político: el reloj sexenal cumple su ciclo y, junto con la elección presidencial, se renuevan los poderes Legislativo federal, Ejecutivo y Legislativo locales en Morelos, Guanajuato, Jalisco, Tabasco y Chiapas; Legislativo local en Querétaro, Nuevo León, estado de México y Sonora, y gobiernos municipales en un buen número de entidades. Está, desde luego, la elección del jefe de gobierno del Distrito Federal, la primera para un periodo de seis años, acompañada de la renovación de la asamblea capitalina y la elección, por primera vez, de los 16 delegados de gobierno de la capital de la república. El 2000 es, ni duda cabe, un año electoral.

Las crisis, nos recuerda un viejo adagio chino, son momentos difíciles pero también momentos de oportunidades que conviene aprovechar. Para México, por ser un año electoral, el 2000 es para tomar decisiones y trazar, a partir de nuestros intereses y razones, el futuro.

Las reformas logradas en el plano político-electoral en los últimos 30 años harán de la elección del 2000 la más competida pero también la más vigilada y equitativa –en términos financieros, de vigilancia judicial y de acceso a los medios de comunicación– en la historia de México.

Es una vigilancia construida gracias a los cambios operados en los últimos años en el Instituto Federal Electoral, órgano que ha dado muestras de independencia de criterio y de objetividad en la organización de los procesos electorales, así como la participación del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal, órgano que, a pesar de algunas escaramuzas recientes, se ha conducido con objetividad e independencia en su desempeño.

La nueva realidad plantea también nuevos retos: a los partidos, que deben superar viejos esquemas para la búsqueda del voto y ser conscientes de las ventajas y oportunidades con que ahora cuentan. A las autoridades electorales, que deben da testimonio de su objetividad e imparcialidad. A la ciudadanía, que tiene todos los elementos necesarios para realizar una elección razonada, en la que los votos cuenten y se cuenten.

La democracia concreta

Uno de los retos íntimamente asociados con el momento que vive el país es el de superar la idea de que la democracia por sí misma resolverá todos los problemas del país. Lo que es necesario tener en claro es que la democracia, como cualquier otro sistema de gobierno, sólo garantiza la existencia de un conjunto de normas para tomar decisiones en situaciones concretas. Los problemas de desigualdad y de marginación están a la espera de las ofertas que puedan realizar los candidatos y de las decisiones que puedan tomar los electores al depositar sus votos.

No en balde los obispos mexicanos han llamado reiteradamente a analizar con cuidado las propuestas de los partidos y a reconocer la necesidad de orientar nuestro voto a partir del análisis de esas propuestas.

Dificultad de negociación

El 2000 despliega así un conjunto de oportunidades para conducir de manera razonada y negociada los muchos cambios que deberá realizar el país en los próximos años. Tristemente, hechos como el desenlace ocurrido en el conflicto en la Universidad Nacional dejan ver lo difícil que nos resulta a los mexicanos negociar.

La elección ofrece, a pesar de ello, una oportunidad que conviene aprovechar, confiados en que –luego de muchas reformas– contamos con un sistema electoral suficientemente sólido para garantizar el respeto de la voluntad popular.

* Artículo resumido.

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PERDER POR DEFAULT


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Que ya no hay herejes
Diego García Bayardo

Por alguna inexplicada razón, muchos de los teólogos católicos que logran convertirse en escritores célebres, en hacedores de bestsellers, acaban caminando dando tumbos sobre la línea que separa la ortodoxia de la herejía. Tal vez se trate de una influencia secular, no sé, pero veo que muchos teólogos tratan su disciplina como si fuera una ciencia natural o empírica, en la que el objetivo es «descubrir» cosas nuevas, hacer hipótesis, proponer teorías. Este esquema naturalista de ver las cosas de Dios ha llevado a muchos a un secularismo herético. En mi opinión, autores como Tehilard de Chardin, Leonardo Boff, Anthony de Mello, Corrado Balducci y otros, tienen ideas claramente heréticas. No hay espacio aquí para considerar individualmente sus proposiciones, pero un lector atento podrá ver en sus escritos el predominio de dos tendencias nada ortodoxas: una visión reduccionista de Dios, que se parece demasiado al hombre y tiene que renunciar a algunos de sus atributos para salvar a los otros , y una interpretación de la redención en la que el hombre se salva a sí mismo y el perfeccionamiento del hombre y el universo resulta ser un proceso mecánico o «natural».

Mi criterio, como es lógico, no es la norma de nadie más.Sin embargo, existe un órgano oficial de la Iglesia que puede examinar los libros y, si es el caso, declararlos contrarios a la fe católica: es la Congregación para la Doctrina de la Fe. Este organismo, con sede en el Vaticano y actualmente presidido por el cardenal Ratzinger, examina con tanta prudencia y caridad el pensamiento de los teólogos despistados, que las declaraciones condenatorias que ha emitido han sido muy escasas. Qué bueno es que la Iglesia dé muchas oportunidades de reconsiderar las ideas, y permita una riqueza de criterios y opiniones como no la hay en ninguna otra religión, cristiana o no cristiana. Lo que no funciona es que miembros de la Iglesia, incluyendo tanto a laicos como a personas del clero, se hagan de la vista gorda cuando dicha Congregación declara oficialmente que la obra de alguien es contraria a la fe católica, y sigan leyendo y fomentando la lectura de esos textos como si no tuvieran nada cuestionable. No se trata de prohibir o quemar los libros heréticos, por supuesto, pero sí es cuestión de que no sean ofrecidos como si no lo fueran.

Aquí en Querétaro, he platicado con algunos dueños de librerías católicas acerca del peligro que entraña el que sigan vendiendo los libros heréticos en sus establecimientos, porque su carácter de librerías católicas siempre ha hecho que la gente crea con mucha seguridad que los libros que en ellas se venden son, precisamente, católicos. La respuesta ha sido decepcionante. Los libreros defienden al teólogo desviado, tratan de negar la existencia de la declaración oficial de la Congregación, niegan que su carácter sea obligatorio, etc. Hasta hay por ahí una librería católica que vende con desparpajo los libros de ocultismo de Conny Méndez. Pero, claro, el librero se niega a quitar de su puerta el letrero que dice que ésa es una «librería católica». Hay que observar, en contraste, que en una librería protestante jamás está a la venta un libro que, por ejemplo, condene el libre examen. Los libreros protestantes anteponen la fe al negocio. ¿Será que los protestantes creen lo que venden y los católicos venden lo que creen? No me atrevo a afirmarlo: es una acusación muy grave. Pero es un hecho que en todos los ámbitos, no sólo en el aspecto editorial, el católico medio prefiere aceptarlo todo que arriesgarse a negar algo, por temor a pasar de intolerante y poco caritativo. ¿Qué no ven que esa es la supertolerancia que ha debilitado tanto al catolicismo? Se quiere imponer ahora un cristianismo en el que todo se disculpa y se deja pasar. Decir herejías es malo pero denunciarlas es muchísimo peor, ¿no? Así es como llegamos a esa religión «católica» de masas que adora las prerrogativas y detesta las obligaciones, al grado de ocultarlas. A esa doctrina blandengue y sosa de un Jesús políticamente correcto y pintado en tonos pastel, que convierte a Dios en el ser unidimensional que para las mentes flacas no puede ser amoroso y terrible al mismo tiempo, misericordioso y justiciero. Es esa doctrina que antepone el Amor a la Verdad, como si se pudiera amar lo que no es verdadero sin perder la vida eterna. Es con esa fe empalagosa que, avergonzada, esconde cuidadosamente al Cristo del látigo que echa a los mercaderes del templo a punta de sandalia, como hemos acabado por construir el catolicismo amorfo y aguado que los jóvenes no quieren heredar y que los no-creyentes no quieren recibir. Es así como hacemos de la Iglesia una institución que ya no compromete a nada, en la que cualquiera puede entrar al ver que se puede ser católico sin renunciar a nada. Segura de su perfección, la Iglesia católica de la manga ancha mira impasible cómo sus miembros, precisamente por esas anchuras, salen en lugar de entrar. Y todavía se pregunta por qué no acaba de darle gusto a todos.

EL OBSERVADOR 242-9

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Al alba del milenio
El reto de los creyentes

Al inicio de su documento para el año 2000 (Ciudadanía creyente: responsabilidades cívicas para el nuevo milenio), la Conferencia Nacional de Obispos Católicos de Estados Unidos afirma: Nuestra nación ha sido bendecida con grandes libertades, vibrantes tradiciones democráticas, logros económicos sin precedentes, recursos naturales abundantes, y una gente, además de religiosa, muy generosa. Pero no todo está bien en nuestra nación. Nuestra prosperidad no ha llegado suficientemente lejos. Nuestra cultura no nos ha levantado, más bien nos ha hecho caer muy bajo en temas morales. El nuevo mundo del que somos líderes es muy peligroso con el ascenso de la llamada limpieza étnica y en la incapacidad de confrontar al hambre y confrontar al genocidio. Estamos cayendo cuando nos acercamos al cumplimiento de la plegaria americana de «libertad y justicia para todos», nuestra declaración de defender los derechos inalienables de la persona humana: «vida, libertad y un sentido de la felicidad».

Luego, exclama: Algunos signos del reto que nos interpelan:
        * 1.4 millones de niños son destruidos cada año antes de nacer. En muchas ciudades la mayoría de nuestros niños jamás verán el día de su nacimiento.
        * Una cuarta parte de los niños que hoy cursan preescolar son pobres.
        * Vemos con horror cómo algunas escuelas se están convirtiendo en zonas de guerra. Muchos de nuestros jóvenes han perdido su dirección moral, sentido de pertenencia e incluso voluntad de vivir. Muchos han encontrado el sentido de la comunidad en pandillas y no en la fe o en la familia.
        * Odio e intolerancia dividen a la nación, y la diversidad que celebrábamos se ha convertido en fuente de ira, racismo y conflicto.
        * Una economía muy poderosa empuja a la nación, pero convierte en abismo la brecha interna y externa entre ricos y pobres. Algunos estadounidenses suben en la escala económica, pero la mayoría se queda o baja.
        * Las familias están enfrentando serios retos. Millones no tienen servicios básicos de salud, vivienda digna, y en las áreas rurales muchas familias campesinas están perdiendo sus formas de ganarse la vida.
        * Escándalo, sensacionalismo y un intenso combate divide a los partidos y dinamita la política. Muchos de nuestros líderes parecen más atentos a obtener recursos para sus campañas que a mirar por el bien común.
        * La violencia nos rodea. Guerra, limpieza étnica, persecución religiosa, la negación de los derechos humanos elementales, pobreza, deuda y hambre destruyen las vidas y la dignidad de decenas de miles de personas cada año.


Son los retos –dicen los pastores estadounidenses– que están lanzados al católico por una situación que se repite a lo largo y ancho de la nación más poderosa de planeta. ¿Cómo serán éstos para una nación como México? De la misma magnitud. (J. S. C.)
(FIN)

EL OBSERVADOR 242-10

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