El Observador de la Actualidad

EL OBSERVADOR DE LA ACTUALIDAD
Periodismo católico para la familia de hoy
22 de febrero de 2004 No.450

SUMARIO

bulletPORTADA - Para la Iglesia católica, toda clonación es gravemente ilícita
bulletCARTAS DEL DIRECTOR - Los que iluminan al peregrino
bulletNIÑOS - ¡El miércoles empieza la Cuaresma!
bulletEL RINCÓN DEL PAPA - El Evangelio revela el significado del dolor
bulletORIENTACIÓN FAMILIAR - Adicción al trabajo
bulletFAMILIA - Un estudio demuestra que el divorcio afecta más a los hijos que la muerte de un padre
bulletPINCELADAS - He estado contigo tres veces
bulletDOCUMENTOS - Mensaje de Juan Pablo II para la Cuaresma 2004
bulletTEMAS DE HOY - La verdad sobre la píldora del día después
bulletOPINIÓN - ¿Tiene futuro la misión de la Iglesia?

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PORTADA
¿AVANCE O RETROCESO? LA CLONACIÓN HUMANA A DEBATE
Para la Iglesia católica, toda clonación es gravemente ilícita
El Observador / Redacción
Católicos, hombres de fe, sacerdotes y académicos de todo el mundo han reprobado, la última semana, los experimentos realizados por científicos surcoreanos cuyo anuncio fue que habían logrado clonar (reproducir en laboratorio) embriones humanos. La Iglesia católica se ha pronunciado en reiteradas ocasiones en contra de este retroceso en la escala de la evolución humana. Desde el punto de vista católico, se corren riesgos no solamente éticos, sino también científicos en la clonación. ¿Por qué? El Observador ha hecho una recolección de pareceres, y ésta es la respuesta.


La noticia corrió como pólvora en los periódicos de todo el mundo: Científicos coreanos logran clonar embriones humanos con fines médicos. Así decían los encabezados del pasado viernes 13 de febrero. Pero, al internarse en la nota, uno descubría la tremenda verdad: los 30 embriones clonados, a partir de 242 óvulos donados por 16 mujeres voluntarias al equipo que comandan los señores Woo Suk Wang y Shin Yong Moon, se desarrollaron una o dos semanas, hasta la fase llamada de blastocisto (de 100 a 200 células), y entonces fueron destruidos, para obtener líneas de células madre, lo que se logró en una ocasión.

La comunidad científica alabó (con los ojos cerrados) al equipo de la Universidad Nacional de Seúl, porque, a partir de esa línea de células madre, los científicos «afirman» haber obtenido células de tejidos concretos: óseas, musculares y precursoras del sistema nervioso, «demostrando así que utilizar la clonación con fines médicos es posible». Como siempre, el aplauso universal no se hizo esperar. Enfermedades como el mal de Parkinson o la diabetes ya podrán ser curadas. ¿Cuándo? Quién lo sabe. ¿A qué precio? A costa de la destrucción de seres humanos.

Como siempre la única voz, la de la Iglesia

Lo primero que hay que advertir es el riesgo ético y técnico de reproducir embriones humanos con fines terapéuticos. Suena bien para los vivos, pero no para los embriones que merecen vivir y que son destrozados para obtener células madre. Porque la obtención de células madre embrionarias trae consigo la destrucción de una vida humana. Nadie, entre los que aplaudieron a rabiar el experimento presentado en Seattle, Estados Unidos, dijo nada en torno a las 30 vidas humanas cegadas para obtener una línea de células madre. Nadie, no: como siempre ha sido la Iglesia, la única voz que se ha alzado en contra de esta atrocidad, con el reto de enfrentar las descalificaciones de los científicos y sus acólitos quienes dirán -ya lo están haciendo-que es una institución retrógrada, falsaria y contra el progreso humano. ¿Progresar matando? Eso se llama hitlerismo. Y es una de las experiencias más oscuras de la historia.

Problemas de salud inexplorados

Por lo demás, ¿quién asegura que los transplantes de células madre a pacientes con diferentes padecimientos no van a provocar rechazos y enfermedades colaterales? Según la Sociedad Valenciana de Bioética y el jefe del Departamento de Biopatología Clínica del Hospital Universitario de la Fe, en España, Justo Aznar, «el transplante a pacientes podría generar tumores». Actualmente, las células madre que se cultivan a partir de embriones humanos «generan como mínimo un 30 % de células tumorales». Las experiencias llevadas a cabo con animales han manifestado, según el profesor Aznar, algunos de estos problemas, como son «la vejez prematura, anemias y distintos tipos de malformaciones». Y añade: «Es absolutamente irresponsable practicar la clonación de un ser humano cuando los mecanismos que la regulan no se conocen bien y podrían dar lugar a importantes y negativas consecuencias».

El derecho de toda persona es a la vida

Desde luego, la comunidad científica que está a favor de este experimento ha dicho que se trata de clonar seres humanos para curar enfermedades humanas, pero todo esto abre las puertas a la clonación reproductiva, es decir, la producción en serie de seres humanos de laboratorio. Y ante esto no existe quien esté de acuerdo ni quién lo promueva en el mundo. Sin embargo, la posibilidad de que este método caiga en manos de un poder imperial y racista puede arrastrar al planeta a una hecatombe de dimensiones inimaginables.

La Iglesia sostiene que, contra los experimentos «útiles», se ha de anteponer siempre el valor supremo de la vida y el respeto a la dignidad humana, que es la base de toda organización social.

Como bien dice la Sociedad Valenciana de Bioética, «de ninguna manera puede considerarse al embrión humano como una simple masa celular indiferenciada, sino más bien como el tipo de estructura anatómica, fisiológica y bioquímica que corresponde al ser humano en esa etapa específica de su desarrollo». La pregunta que se hace la Iglesia es: ¿por qué no seguir las investigaciones -la mayoría de ellas fructíferas- en células madre adultas? Es decir, si es posible tomar células madre de la médula espinal de un adulto, para que regenere tejido destruido de la propia persona o de quien contenga su misma carga genética, ¿para qué utilizar embriones? El derecho fundamental a la vida que toda persona tiene, desde su concepción hasta la muerte natural, debe ser salvaguardado. Y ante eso, la comunidad científica no puede alegar indiferencia. Mucho menos ignorancia. Además, como señala la Asociación catalana de profesionistas e-cristians, habría que esperar para ver si el montaje de los surcoreanos y la revista Science no es otra cosa que eso: un montaje sensacionalista para consumo de los medios de comunicación. Recordemos el enorme conglomerado de intereses económicos que se mueven tras de la clonación humana. Hay un juego con las expectativas de los enfermos que esconde «la ilicitud de generar un ser humano en laboratorio para ser troceado y dividido en células madre». La asociación de Médicos Cristianos de Cataluña, España, ha dicho: «Es posible que no sea verdad, sino propaganda de unas personas o una publicación». Según su presidente, Josep Maria Simón Castellví, «las fotografías que ilustran la noticia pueden corresponder a cualquier fecundación «in vitro» o incluso a un embrión de mono, ya que éstos resultan indistinguibles».

La clonación sustituye a Dios por el hombre

Sea como fuere, montaje o no, lo cierto es que los seres humanos -y los embriones lo son- «no pueden ser reducidos a recambios de automóvil», como dijo el cardenal mexicano Javier Lozano Barragán, «ministro» de Salud del Papa. Lozano Barragán va más allá: «para la Iglesia católica, toda clonación es gravemente ilícita y punto». ¿Por qué? «Porque la clonación tiende a reproducir a una persona y va contra la propia dignidad de la persona». En el fondo está la firme convicción de la Iglesia de que los hombres somos creados por la voluntad de Dios, a imagen y semejanza suya. Y que todo aquello que sustituya a Dios por la acción humana es, simplemente, un pecado.

EL OBSERVADOR 450-1

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CARTAS DEL DIRECTOR
Los que iluminan al peregrino
Por Jaime Septién
Al profesor Gerardo Cabrera Reveles, por su pronto restablecimiento.

Uno de los muchos legados del papa Juan Pablo ll es, sin duda, devolverle el valor al testimonio. Cuando pedía a los cristianos de todo el mundo que no tuviéramos miedo de abrir de par en par las puertas de nuestro corazón a la experiencia -siempre innovadora, siempre excitante- de Cristo, sabía, en aquél lejano octubre de 1978, que él tampoco iba a tener miedo; que iba a dejar su salud, su comodidad, su vida entera en el camino del servicio al Señor.
Yo creo que el Papa siempre ha tenido en la mirada a los jóvenes. Los que viven en El Vaticano, los que le acompañan en sus viajes, han dicho que el contacto con la juventud lo renueva, lo vivifica. Y la comunicación con ellos es extraordinaria. Porque los jóvenes necesitan testimonios vivos de fe; adhesión a Cristo, en el ambiente de la más absoluta libertad creativa. Juan Pablo ll es un maestro.

¡Qué pocos maestros nos van quedando! Cómo se ha ido perdiendo el relato del testigo para fundirse en el dogma científico, en la confusión de la técnica, en la voluntad de poder. Un maestro no necesita saberlo todo: necesita donarlo todo. En el aula o en la vida, maestro es aquél que se despoja del yo para convertir su vida en su obra. El sólo contacto con él o con ella le devuelve a uno las ganas de vivir. Sobre todo, carga las pilas, ordinariamente bajas, de quienes andamos buscando el sentido de las cosas que suceden y por las cuales vale la pena seguir adelante.

Un maestro es una joya de rara belleza. Es aquel que, por su solidez, hace que las cosas, las palabras, las teorías, los conocimientos, los acontecimientos, trasciendan la frivolidad del chismorreo cotidiano en el que andamos de lengua suelta la mayoría. Chismorreo insípido y chabacano. Sobre todo el de muchos jóvenes, en la flor de la energía y la capacidad de arrojo que se queman inútilmente entre callejones sin salida, las fiestas y los fastos de la nada.

Su Santidad Pío lX clamaba: ¡Devuelvan el sentido a las palabras! Pablo Vl gritaba: ¡Jóvenes, piensen lo que quieran pero, por favor, piensen! Juan Pablo ll no cesa de exclamar: ¡No tengan miedo de amar a Cristo! Tres mensajes en un mismo tono: devolverle el sentido al lenguaje; la humanidad a la razón y la belleza a la conversión. ¿No son ésas, al menos, las tareas de un maestro cristiano? A mí me lo parecen, aunque el mundo se empeñe en ocultarnos estas luces.

EL OBSERVADOR 450-2

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NIÑOS
¡El miércoles empieza la Cuaresma!

El día 25 de febrero es Miércoles de Ceniza, es decir, el inicio de la Cuaresma, cuarenta días de oración y penitencia para prepararnos a la Semana Santa.

Ése, igual que el Viernes Santo, es día de ayuno, lo que significa que los cristianos que tienen entre 18 y 59 años están obligados a hacer máximo una sola comida ese día, pero pueden tomar un vaso de líquido (leche, jugo, etc.) como complemento en la mañana y en la noche. Hay algunas personas que deciden hacer esto de manera más radical, así que ayunan a pan y agua, y otras incluso hacen ayuno absoluto, o sea que no comen ni beben nada en todo el día. Por supuesto que los niños no deben ayunar porque podría hacerles daño a su salud; pero los grandes, a menos que estén enfermos, no tienen ningún pretexto para no hacerlo. El ayuno es muy bueno porque fortalece el espíritu y nos acerca más a Dios; por eso Jesucristo ayunó 40 días y 40 noches.

A lo que sí le pueden entrar todos los niños sin ningún peligro es a la abstinencia de carne, que es obligatoria para todos los cristianos a partir de los 14 años de edad. Aunque seas más pequeño, bien puedes hacer el sacrificio de no comer carne; pídele a tu mamá que no te dé torta de jamón para el recreo, y que a la hora de la comida mejor te sirva unas verduras; entre menos te guste lo que te sirvan de comer mayor será tu sacrificio, y así podrás unirlo al gran sacrificio de Cristo en la cruz, que murió para salvarte.

Los días de abstinencia son, además del Miércoles de Ceniza, todos los viernes de Cuaresma y el Viernes Santo.

EL OBSERVADOR 450-3

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EL RINCÓN DEL PAPA
El Evangelio revela el significado del dolor

En la audiencia general que acaba de coincidir con la Jornada Mundial del Enfermo el papa Juan Pablo II habló de esta manera:

«Nuestra mirada se dirige hoy hacia el célebre santuario mariano de Lourdes, situado en los montes Pirineos, que sigue atrayendo a muchedumbres de peregrinos, entre éstos muchas personas enfermas. La Jornada Mundial del Enfermo constituye una intensa exhortación a redescubrir la importante presencia de quienes sufren en la comunidad cristiana, y a valorar cada vez más su preciosa aportación. Desde un punto de vista humano, el dolor y la enfermedad pueden parecer realidades absurdas. Sin embargo, cuando nos dejamos iluminar por la luz del Evangelio, se logra comprender su profundo significado salvífico.

«'De la paradoja de la Cruz surge la respuesta a nuestros interrogantes más inquietantes -he subrayado en el Mensaje para esta Jornada Mundial del Enfermo-. Cristo sufre por nosotros: carga sobre sí el sufrimiento de todos y lo redime. Cristo sufre con nosotros, dándonos la posibilidad de compartir con Él nuestros sufrimientos. Unido al de Cristo, el sufrimiento humano se convierte en medio de salvación'.

«Me dirijo ahora a quienes experimentan en el cuerpo y en el espíritu el peso del sufrimiento. Quisiera, al mismo tiempo, recordar que la existencia humana es siempre un don de Dios, incluso cuando está marcada por padecimientos físicos de todo tipo; un 'don' que debe ser valorizado por la Iglesia y por el mundo. Quien sufre no debe quedarse solo.

EL OBSERVADOR 450-4

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ORIENTACIÓN FAMILIAR
Adicción al trabajo
Por Yusi Cervantes Leyzaola

PREGUNTA:
He tenido muchos problemas con mi esposa a causa de mi trabajo. Ella dice que soy trabajo- adicto. ¿Existe eso? ¿Qué significa?

RESPUESTA:
Las personas pueden volverse adictas a diversas sustancias, esas son las adicciones más conocidas, pero también a ciertas relaciones o a algunas actividades. Los signos cardinales de una adicción son:

Obsesión.- La conducta adictiva es apremiante y obsesiva. Es el centro de interés para el adicto, a lo que le dedica gran parte de su tiempo, energía, recursos y atención.

Consecuencias negativas.- La adicción se vuelve contra el adicto y las personas que lo rodean, y pese a esto, el adicto no desiste. Las conductas adictivas producen placer, alivio y otras compensaciones a corto plazo, pero provocan dolor, desastre, desolación y multitud de problemas a mediano plazo. Pueden afectar a las relaciones con la familia, la pareja o los amigos; al trabajo o los estudios; a la economía; a la salud psíquica (estados de ánimo negativos, irritabilidad, sentimientos de culpa, actitudes defensivas, pérdida de la autoestima, depresiones, pérdida del sentido de la realidad, egocentrismo, agresividad); y a la salud física (trastornos del sueño, del apetito, tensión y estrés frecuentes y fatiga).

Falta de control.- El rasgo distintivo de la conducta adictiva es que, al tratar de controlarla, la voluntad resulta insuficiente.

Negación.- A medida que los adictos empiezan a acumular problemas (en el trabajo, en el hogar, socialmente), inevitablemente comienzan a negar dos cosas: que la droga o actividad en cuestión constituya un problema que no pueden controlar;, y que los efectos negativos en sus vidas tengan alguna conexión con el uso de la droga o actividad.

Uno de los problemas en relación a la adicción al trabajo es que es socialmente aceptada, cuando el adicto es un hombre, y con frecuencia, materialmente redituable. Un hombre que trabaja en exceso suele recibir admiración y respeto, y tiene más posibilidades de lograr éxito profesional, al menos en la primera etapa de la adicción, antes de ser afectado por el insomnio, la irritabilidad, la fatiga o los trastornos cardiovasculares. Es una adicción bien vista, muy acorde con esta sociedad de consumo, aunque, hay que aclarar, también abundan los trabajo-adictos a quienes no les interesa ganar más. Esta adicción se refiere al trabajo en sí, no a su pago.

Con frecuencia resulta difícil saber, respecto a alguien que trabaja demasiado, si es a causa de una adicción o a que es explotado en su trabajo. ¿En verdad le es imposible negarse a trabajar horas extras o los fines de semana? Muchas personas tienen miedo de perder su trabajo si lo hacen, y bueno, ya sabemos, es difícil conseguir empleo hoy en día. ¿Pero hasta dónde este temor es real? Y por otro lado, aun si lo fuera, ¿vale la pena sacrificar a la familia y la salud física, emocional y espiritual a causa de ese trabajo?

¿Es usted adicto al trabajo? Si su esposa lo piensa, lo mejor sería que considerara sinceramente esta posibilidad. ¿Se identifica con alguna de estas afirmaciones?
1.Se lleva trabajo a la casa en fines de semana o durante las vacaciones.
2.El trabajo es la actividad que más le gusta y de la que más habla.
3.Trabaja más de 40 horas a la semana.
4.Sus amigos o familiares se han aburrido de esperarlo.
5.Hace trabajo extra porque se preocupa que de otra forma nunca se haga.
6.No le da importancia al tiempo que pueda durar un proyecto.
7.Cree que está bien trabajar durante largas horas, si ama lo que está haciendo.
8.Se impacienta cuando la gente tiene otras prioridades más allá del trabajo.
9.Tiene miedo de que si no trabaja duro perderá su empleo o será un fracasado.
10.Sus largas horas de trabajo han afectado a su familia o alguna otra relación.
11.Piensa en el trabajo mientras maneja, duerme o cuando otros están hablando.
12. Trabaja o lee durante las comidas.

La agrupación estadounidense «Workaholics Anonymus» considera que si usted se identificó con una o varias de estas afirmaciones, usted puede ser adicto al trabajo. Y si es así, necesita revisar el sentido de su vida, sus motivaciones, sus vínculos afectivos, sus valores, sus miedos, en fin, hacer un profundo análisis de su persona, para lo cual le sería de gran ayuda recibir apoyo psicológico profesional.

La psicóloga Cervantes responderá por este medio las preguntas que le envíen a la dirección de El Observador: Reforma 48, apdo. 49, Santiago de Querétaro, Qro. C.P. 76000; o que se le hagan al tel.o 228-02-16. Citas al 215-67-68. Correo electrónico: cervleyza@msn.com  

EL OBSERVADOR 450-5

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FAMILIA
Un estudio demuestra que el divorcio afecta más a los hijos que la muerte de un padre

Un estudio de la University College Dublin reveló que los efectos del divorcio son más dañinos para los hijos que la muerte de uno de los progenitores.

La investigación demostró que los hijos de padres divorciados o separados son más propensos a sufrir una depresión, tener problemas en la escuela, y desarrollar menos habilidades sociales en comparación con otros niños. Sin embargo, su resultado más sorprendente es que la sensación de pérdida que se experimenta como resultado de un divorcio es mayor que la experimentada con la muerte de un padre.

En una entrevista con el Irish Examiner, la autora de la investigación, Patricia Casey, aseguró que los niños sí sufren por la separación y el divorcio; y señaló que su intención es corregir la idea difundida de que la separación es una alternativa positiva para las parejas que atraviesan por un matrimonio «malo».

Según Casey, la investigación revela que éste no es el caso: «Nadie debería engañarse con la idea de que el divorcio es fácil». Sostuvo que «mantener un mal matrimonio juntos es difícil, pero proteger a los hijos después de un divorcio puede ser aún más complicado. Las parejas necesitan darse cuenta de esto».

Casey citó estudios que confirman sus resultados como el elaborado por Judith Wallerstein de la Universidad de California en Berkeley.

Otro estudio sobre el divorcio que está en internet, en inglés (http://www.heritage.org/Research/Family/BG1373.cfm), es el elaborado por The Heritage Foundation, titulado «Los efectos del divorcio en América», que revela que los hijos de los divorciados sufren más abusos, presentan más problemas de salud, conducta y emocionales, y son más propensos a caer en crímenes y abuso de drogas.

(Fuente: ACI)

EL OBSERVADOR 450-6

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PINCELADAS
He estado contigo tres veces
Por Justo López Melús *

Un zapatero oyó en la oración de la mañana que Cristo lo visitaría aquel día. Tenía mucha tarea y se puso a trabajar de prisa para atenderlo bien. Apenas abrir, llegó una mujer de la vida, luego una madre con su hijo, y más tarde un borracho, para que les arreglara los zapatos. Hablaban sin parar, y con sus desahogos casi no le dejaban trabajar. El zapatero, a pesar de entretenerse, los trató a todos con cariño y paciencia.

Por fin se preparaba para recibir a Cristo. No llegaba. No sabía si acostarse o esperar. Entonces oyó una voz: «¿Por qué me esperas? ¿No te has dado cuenta de que he estado contigo tres veces, siempre que me acogiste?». No esperar, sino amar. No malgastar el tiempo, emplearlo amando.

* Operario Diocesano en San José de Gracia de Querétaro.

EL OBSERVADOR 450-7

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DOCUMENTOS
MENSAJE DE JUAN PABLO II PARA LA CUARESMA 2004
«El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a Mí me recibe»

Queridos hermanos y hermanas:

1.Con el sugestivo rito de la imposición de la ceniza, inicia el tiempo de la Cuaresma, durante el cual la liturgia renueva en los creyentes el llamamiento a una conversión radical, confiando en la misericordia divina.

El tema de este año -«El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe» (Mateo 18,5)- ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la condición de los niños, que también hoy en día el Señor llama a estar a su lado y los presenta como ejemplo a todos aquellos que quieren ser sus discípulos. Las palabras de Jesús son una exhortación a examinar cómo son tratados los niños en nuestras familias, en la sociedad civil y en la Iglesia. Asimismo, son un estímulo para descubrir la sencillez y la confianza que el creyente debe desarrollar, imitando al Hijo de Dios, el cual ha compartido la misma suerte de los pequeños y de los pobres. En este sentido, santa Clara de Asís solía decir que Jesús, «pobre fue acostado en un pesebre, pobre vivió en el siglo y desnudo permaneció en el patíbulo» (Testamento, Fuentes Franciscanas, n. 2841).

Jesús amó a los niños y fueron sus predilectos «por su sencillez, su alegría de vivir, su espontaneidad y su fe llena de asombro» (Ángelus, 18.12. 1994). Ésta es la razón por la cual el Señor quiere que la comunidad les abra el corazón y los acoja como si fueran Él mismo: «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe» (Mateo 18, 5). Junto a los niños, el Señor sitúa a los «hermanos más pequeños», esto es, los pobres, los necesitados, los hambrientos y sedientos, los forasteros, los desnudos, los enfermos y los encarcelados. Acogerlos y amarlos, o bien tratarlos con indiferencia y rechazarlos, es como si se hiciera lo mismo con Él, ya que Él se hace presente de manera singular en ellos.

2.El Evangelio narra la infancia de Jesús en la humilde casa de Nazaret, en la que, obediente a sus padres, «progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lucas 2,52). Al hacerse niño, quiso compartir la experiencia humana. «Se despojó de sí mismo -escribe el apóstol san Pablo-, tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Filipenses 2, 7-8). Cuando a la edad de doce años se quedó en el templo de Jerusalén, mientras sus padres le buscaban angustiados, les dijo: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» (Lucas 2, 49). Ciertamente, toda su existencia estuvo marcada por una fiel y filial sumisión al Padre celestial. «Mi alimento -decía- es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra» (Juan 4, 34).

En los años de su vida pública repitió con insistencia que solamente aquellos que se hubiesen hecho como niños podrían entrar en el Reino de los Cielos (cfr. . Mateo 18, 3; Marcos 10,15; Lucas 18,17; Juan 3,3). En sus palabras, el niño se convierte en la imagen elocuente del discípulo llamado a seguir al Maestro divino con la docilidad de un niño: «Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos» (Mateo 18, 4).

«Convertirse» en pequeños y «acoger» a los pequeños son dos aspectos de una única enseñanza, que el Señor renueva a sus discípulos en nuestro tiempo. Sólo aquél que se hace «pequeño» es capaz de acoger con amor a los hermanos más «pequeños».

3.Muchos son los creyentes que buscan seguir con fidelidad estas enseñanzas del Señor. Quisiera recordar a los padres que no dudan en tener una familia numerosa, a las madres y padres que, en vez de considerar prioritaria la búsqueda del éxito profesional y la carrera, se preocupan por transmitir a los hijos aquellos valores humanos y religiosos que dan el verdadero sentido a la existencia.

Pienso con grata admiración en todos los que se hacen cargo de la formación de la infancia en dificultad, y alivian los sufrimientos de los niños y de sus familiares causados por los conflictos y la violencia, por la falta de alimentos y de agua, por la emigración forzada y por tantas injusticias existentes en el mundo.

Junto a toda esta generosidad, debemos señalar también el egoísmo de quienes no «acogen» a los niños. Hay menores profundamente heridos por la violencia de los adultos: abusos sexuales, instigación a la prostitución, al tráfico y uso de drogas, niños obligados a trabajar, enrolados para combatir, inocentes marcados para siempre por la disgregación familiar, niños pequeños víctimas del infame tráfico de órganos y personas. ¿Y qué decir de la tragedia del SIDA, con sus terribles repercusiones en África? De hecho, se habla de millones de personas azotadas por este flagelo, y de éstas, muchísimas contagiadas desde el nacimiento. La humanidad no puede cerrar los ojos ante un drama tan alarmante.

4.¿Qué mal han cometido estos niños para merecer tanta desdicha? Desde una perspectiva humana no es sencillo, es más, resulta imposible responder a esta pregunta inquietante. Solamente la fe nos ayuda a penetrar en este profundo abismo de dolor.

Haciéndose «obediente hasta la muerte y muerte de cruz» (Filipenses 2,8), Jesús ha asumido el sufrimiento humano y lo ha iluminado con la luz esplendorosa de la resurrección. Con su muerte, ha vencido para siempre la muerte.

Durante la Cuaresma nos preparamos a revivir el Misterio Pascual, que inunda de esperanza toda nuestra vida, incluso en sus aspectos más complejos y dolorosos. La Semana Santa nos presentará nuevamente este misterio de la salvación a través de los sugestivos ritos del Triduo Pascual.

Queridos hermanos y hermanas, iniciemos con confianza el itinerario cuaresmal, animados por una más intensa oración, penitencia y atención a los necesitados. Que la Cuaresma sea ocasión útil para dedicar mayores cuidados a los niños en el propio ambiente familiar y social: ellos son el futuro de la humanidad.

5.Con la sencillez típica de los niños nos dirigimos a Dios llamándolo, como Jesús nos ha enseñado, «Abbá», Padre, en la oración del Padrenuestro.

¡Padre nuestro! Repitamos con frecuencia a lo largo de la Cuaresma esta oración; repitámosla con profunda devoción. Llamando a Dios Padre nuestro, nos daremos cuenta de que somos hijos suyos y nos sentiremos hermanos entre nosotros. De esta manera nos resultará más fácil abrir el corazón a los pequeños, siguiendo la invitación de Jesús: «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe» (Mateo 18, 5).

Con estos deseos, invoco sobre cada uno de vosotros la bendición de Dios por intercesión de María, Madre del Verbo de Dios hecho hombre y Madre de toda la humanidad.

EL OBSERVADOR 450-8

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TEMAS DE HOY
La verdad sobre la píldora del día después

En los últimos días ha habido muchas voces, y muchas versiones sobre la píldora del día después y sus efectos. Algunas voces verdaderas, otras falsas, pero a fin de cuentas poca fundamentación científica sobre el tema. Muchos suscriptores y visitantes de Yo Influyo han preguntado sobre el tema, pues quieren formarse un criterio sólido. Es por ello que Yo Influyo ha decidido investigar más a fondo.

El efecto de la pastilla del día después -o anticoncepción de emergencia- cuando impide la anidación del cigoto fecundado del nuevo ser humano es claramente abortivo. El óvulo es fecundado en las trompas de falopio y camina rumbo al útero. El embarazo empieza con la fecundación del óvulo. Es científicamente comprobable, no hay la menor duda de que la vida humana empieza con la unión del óvulo y espermatozoide.

¿Qué pensarías de una mamá que dejara de alimentar a su hijo recién nacido? Ése es el mismo efecto que produce la píldora del día después.

¿Por qué la píldora es abortiva?

1. El óvulo y el esperma separados no constituyen una vida.

2.En el preciso instante de la fecundación comienza a haber vida humana. Nadie duda que de la unión de una célula de un perro y una perra nacerá un perrito. Así, de la unión de una célula de hombre y una de mujer, nacerá un ser humano.

3.La célula, cigoto o ser humano comienza a dividirse, lo cual confirma que es un ser vivo, un humano en desarrollo.

4.El cigoto, o ser humano en desarrollo, busca implantarse en la matriz, que está preparada para alimentarlo.

5. ¿Qué hace la píldora? La píldora impide que se implante el cigoto, elimina las condiciones óptimas para que el nuevo ser humano se adhiera y se alimente.

6. De esta manera, el bebé, chiquitito, sin forma de defenderse, será desechado por la matriz.

*********

Evidencia científica de la actuación abortiva de la píldora del día después

La pastilla del día después está conformada por hormonas que afectan y evitan el proceso de implantación de un óvulo fecundado, hace que se deteriore la receptividad del útero y disminuye el espesor del endometrio. Esto ha sido verificado por médicos y científicos usando imágenes de resonancia magnética. El uso de esta pastilla impide la implantación del óvulo fecundado.

Ha habido numerosos estudios sobre el tema con resultados contundentes; como medio de comunicación tenemos la responsabilidad de informar apegados a la verdad, por eso anexamos al presente documento la bibliografía en la que nos hemos fundamentado para afirmar con certeza científica que la pastilla del día después, que evita que se implante un óvulo fecundado que es una vida humana, es claramente abortiva.

La norma Oficial Mexicana NOM-005-SSA2-1993 de los Servicios de Planificación Familiar actualizada y publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF) que aprueba el uso de este medicamento es un serio atentado contra el derecho a la vida que tiene todo ser humano.

Documentos cientificos consultados
* Larimore WL. Stanford J. Efectos de post-fertilización de anticonceptivos orales y su relación con el consentimiento informado. Arch Fam Med 2000; 9:126-33.
* Hertzen H, Van Look PFA. Prueba aleatorizada controlada de levonorgestrel vs. el régimen Yuzpe de anticonceptivos orales para anticoncepción de emergencia. Lancet 1998; 352;428-33.
* Bieglmayer C, Hofer G, Kainz C, Reinthaller A, Kopp B, Janish H. Concentración de varios metabolitos araquidónicos en el fluido menstrual son asociados con dolor menstrual y son influenciados por anticonceptivos hormonales. Gynecol Endocrin 1995; 9:307-12.
* Gonen Y, Casper RF, Jacobson W, Blankier J. Espesor endometrial y crecimiento durante la estimulación ovárica: un posible pronosticador de la implantación en la fertilización in-vitro. Fertil Steril 1989;52:466-50.
* Ling WY, Wrixon W, Zayid I, Acorn T, Popat R, Wilson E. Modo de acción una combinación de dl-norgestrel y etinilestradiol en anticoncepción post-coito. II Efecto de administración post-ovulatoria en la función ovárica y endometrio. Fértil Steril 1983;39:292-7.
* Kubba AA, White JO, Guillebaud J, Elder MG. La Bioquímica del endometrio humano después de dos regímenes de anticoncepción post-coito: una combinación de dl-norgestrel/ etinilestradiol o Danazol. Fértil Steril 1986;45: 512-6.

EL OBSERVADOR 450-9

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OPINIÓN
¿Tiene futuro la misión de la Iglesia?
Por Guillermo Juan Morado

La vocación de los primeros discípulos tiene en san Lucas el prólogo de la pesca milagrosa (cfr. Lc 5, 1-11). Con este signo, Jesús llama la atención de aquellos hombres y les indica lo prodigioso de su labor cuando sean «pescadores de hombres».

El asombro se apodera de Pedro, de Santiago y de Juan al ver «la redada de peces que habían cogido», después de haber pasado la noche bregando sin haber pescado nada. La pesca es imagen de la misión de la Iglesia. Por sí sola, separada de Cristo, la Iglesia no puede nada. Únicamente será eficaz si su mirada está puesta en Jesucristo, la Palabra de Dios; si está dispuesta a remar más adentro y a echar las redes para pescar basada en la palabra del Señor. Como dice Pedro: «por tu palabra, echaré las redes».

Esta misión de la Iglesia está aún en los comienzos. No podemos dejarnos impresionar por hechos negativos que podrían conducirnos al pesimismo: el ambiente secularista y hostil a lo cristiano, la pérdida del sentido religioso en las familias, el abandono de la fe por parte de tantos cristianos...

Con ojos humanos podríamos pensar que la Iglesia, al menos en nuestro mundo occidental, tiene poco o nada que hacer. Pero ésta sería una mirada superficial. Hemos de avivar nuestra fe: «Dios está preparando una gran primavera cristiana, de la que ya se vislumbra su comienzo», escribió Juan Pablo II en 1990 (Redemptoris missio, n. 86). Son muchos los hombres que esperan a Cristo y, por consiguiente, «hemos de fomentar en nosotros el afán apostólico por transmitir a los demás la luz y la gloria de la fe» (Redemptoris missio, n. 86).

El Señor quiere valerse de nosotros, como se valió de Pedro, de Santiago y de Juan para llevar a cabo su «pesca de hombres». A pesar de nuestra fragilidad personal, hemos sido llamados para ser instrumento de Dios. Y hemos de responder a esta llamada con prontitud, como aquellos primeros que, «dejándolo todo, lo siguieron».

Todo cristiano, todo bautizado, está llamado a la santidad y a la misión, a anunciar el Evangelio a toda criatura, para que la claridad de Cristo, que resplandece sobre la faz de la Iglesia, ilumine a todos los hombres (cfr. Lumen gentium, n. 1).

Para echar las redes es preciso suscitar entre todos los cristianos un nuevo anhelo de santidad. Pensemos en los primeros cristianos: tenían pocos medios, pero, fiándose de Jesús, fueron capaces de anunciar el Evangelio, en poco tiempo, hasta los confines del mundo. En la base de ese dinamismo misionero estaba «la santidad de los primeros cristianos y de las primeras comunidades» (Redemptoris missio, n.90).

Como los apóstoles hemos de contemplar el misterio de Cristo para anunciarlo de modo creíble. Él es nuestra esperanza. En un mundo angustiado y oprimido por tantos problemas, en un mundo que tiende al pesimismo, hemos de testimoniar la alegría de la Pascua, la Buena Noticia de la Resurrección del Señor.

(Fuente: periodismocatolico.com)

EL OBSERVADOR 450-10

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