EL OBSERVADOR DE LA ACTUALIDAD
Periodismo católico para la familia de hoy
1 de agosto de 2004 No.473
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PORTADA
Las instituciones necesitan guardar su propia disciplina: así también la Iglesia
El Observador / Redacción
No es necesaria mucha memoria ni hay que trasladarse al pasado remoto o a lejanas tierras para hacernos presentes algunos penosos casos de rebeldía ante disposiciones eclesiásticas comunes, tomadas al amparo del derecho canónico. La Iglesia lo resiente, porque su esencia "es el amor, la comunión jerárquica entre sus miembros, la paz en la comunidad cristiana y la sociedad", cualidades sólo posibles si se guarda la debida observancia a las leyes y ordenamientos respectivos. La disciplina es la base conductual de cualquier institución.
Tiene hoy acceso El Observador a un documento del señor obispo de Zamora, don Carlos Suárez Cázares, quien tuvo que afrontar hace pocos días una manifestación seglar originada porque exoneró del cargo de párroco a un sacerdote, a causa, fundamentalmente, de su avanzada edad.
Pero no sólo la edad puede ser la causal de los nombramientos o traslados de los sacerdotes, sino que todo movimiento del personal sacerdotal dentro de una diócesis es atribución exclusiva del obispo respectivo (el pastor, según la figura), quien determina, como lo establece el Código de Derecho Canónico, el tiempo de permanencia de cada ministro en su encargo, y es, además, responsable y administrador, no dueño, de los edificios, objetos y demás intereses episcopales. Sí está obligado el obispo a escuchar las demandas populares, a dialogar, esto es de sentido común; pero las reglas le reservan inapelablemente el último juicio.
Brota aquí y allá el comentario obligado: la Iglesia no funciona como democracia; así nos la legó su Fundador y a ejemplo de Él la articulan sus sucesores.
Lo que sucedió en Zamora
1.El padre Alberto Mora Ezqueda (88 años de edad), había desempeñado durante 50 años el cargo de párroco del santuario del Señor de los Milagros, en San Juan Nuevo, Mich.
2.El obispo de Zamora encontró razones para remover al padre Mora Ezqueda (conservándole las prestaciones a que tiene derecho) y nombró en lugar de éste al señor cura David Zavala Alfaro con dos sacerdotes colaboradores.
3.Fieles de aquel lugar tomaron las oficinas y el Santuario del Señor de los Milagros, oponiéndose a la disposición obispal.
4.Al cerrar esta nota, el señor obispo, tras dialogar con los inconformes y disipar sus dudas, mandó abrir nuevamente el santuario para permitir la veneración de la imagen del Señor de los Milagros. Es de señalar que de todas las partes de la República acuden peregrinaciones.
EL OBSERVADOR 473-1
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CARTAS DEL DIRECTOR
Los ejes del renacimiento siciliano
Por Jaime Septién
Tengo una larga grabación de Leoluca Orlando, quien fuera alcalde de Palermo -la capital de Sicilia- a fines de los ochenta y hasta bien entrada la década de los noventa. La experiencia del renacimiento siciliano puede ser trasvasada a México y sus problemas de inseguridad. Quiero resumir esa larga plática con el ex alcalde en cinco puntos:
1. La cultura de la legalidad.Palermo estaba carcomido por la mafia. Los mafiosos eran los que hacían negocios, y a quienes no les servían los mataban. Ante este panorama, Palermo le apostó al desarrollo cultural y a la legalidad en todos los órdenes. Si sólo se fomenta la cultura, habrá un bello concierto para deleitar a los mafiosos. Si sólo la legalidad, tendría que haber millones de policías. Pero unidas cultura y legalidad pueden producir milagros de ciudadanía.
2. Comenzar por la escuela.Leoluca Orlando intuyó que el primer sitio donde podría hacer crecer culturalmente a su sociedad era la escuela. Palermo tiene uno de los tesoros artísticos más importantes de Italia, pero se encontraban en pésimo estado. Entonces decidió vincular una escuela con un monumento. Los maestros y los alumnos entraban en conocimiento pleno del monumento, se convertían en sus guardianes y, llegado el verano, en guías de turistas.
3. La participación de la Iglesia católica. Primero el cardenal de Palermo y luego el papa Juan Pablo ll condenaron duramente a la mafia, afirmando que está basada en una estructura de pecado y, por tanto, ser parte de ella es estar fuera de la comunión. Y la cosa funcionó en serio.
4. Desenmascaramiento de los versos satánicos. La mafia basaba su existencia en Palermo mediante lo que Orlando -tomando en cuenta el libro de Salman Rushdie- llamaba los versos satánicos. Es decir, el uso de palabras como lealtad, familia, honor y trabajo, que son palabras propias de un lenguaje de valores, para encubrir el código de silencio, la pertenencia a perpetuidad en una banda de criminales.
5. Manejo transparente de los recursos. Cuando Orlando llegó a la alcaldía, preguntó a su tesorero cuántos bienes tenía el gobierno. Su tesorero se le quedó viendo como a un marciano y le respondió algo así como «sepa la bola». ¿Cómo es posible gobernar bien a alguien si ese alguien está sojuzgado por una administración incompetente, corrupta e ignorante? Primero cuadrar bien los libros y, más tarde, exigir corresponsabilidad a la gente.
Todo esto motivó la movilización de la sociedad siciliana y el rescate de su identidad. Cuando una gente se siente con identidad puede hacer milagros por su ciudad, su estado, su país.
EL OBSERVADOR 473-2
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EL RINCÓN DEL PAPA
Que el deporte se libere de la lógica del beneficio y del doping
Juan Pablo II ha pedido a los deportistas que superen la lógica del beneficio o del doping que en estos momentos condiciona sectores del mundo del deporte.
Fue la consigna que dejó al recibir en el aula Pablo VI del Vaticano a los siete mil participantes en una reunión promocionada por el Centro Deportivo Italiano.
«En nuestra época -reconoció el Papa- el sistema del deporte a veces parece estar condicionado por la lógica del beneficio, del espectáculo, del doping, de la competición exasperada y por episodios de violencia».
Pidió por ello considerar que es deber de los deportistas cristianos «anunciar y dar testimonio de la fuerza humanizadora del Evangelio en el deporte que, si se vive según la visión cristiana, pasa a ser principio generador de relaciones humanas profundas y favorece la construcción de un mundo más sereno y solidario».
«Cada uno de ustedes está llamado a seguir a Cristo y a ser testigo suyo en el ámbito deportivo», aseguró el obispo de Roma a los deportistas.
EL OBSERVADOR 473-3
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LA SONRISA DEL ÁNGEL
Plegaria para aprovechar los días
Por Juan Jesús Priego
Me gustan las oraciones de los literatos, esas oraciones a veces dulces, a veces terribles que pueblan los diarios íntimos y las novelas, las memorias personales y los diálogos imaginarios.
Durante muchos años me dediqué a coleccionar este tipo de oraciones, que iba guardando paciente y cuidadosamente en una libreta de tapas amarillas. Pero vinieron tiempos malos, se desató el temporal, la barca en la que viajaba por la vida naufragó y entre las muchas cosas que perdí estaba precisamente aquella libreta querida. ¡Cuánto daría hoy por volverla a ver!
Las oraciones de los santos son bellas, quién se atrevería a negarlo. Pero a mí, en aquel entonces, no me interesaban las oraciones de los santos, sino las de los artistas, fueran católicos o no, creyentes o no: esas oraciones que uno se encuentra donde no las buscaría y que los autores ponen en boca de sus personajes o que ellos mismos dirigen a Dios más como un murmullo o como un balbuceo que como una oración consciente de sí misma.
«¡Dios mío, dame fuerzas para elegir lo que prefiero y para perseverar!», gime un personaje de El malentendido, la pieza teatral de Albert Camus (1913-1960), ese noble escritor que se decía ateo. «Oh Dios, hazme humano -rezaba Monseñor Quijote, el héroe de una de las novelas de Graham Greene-, déjame sufrir la tentación. Sálvame de mi indiferencia».
Hace poco, leyendo uno de los volúmenes del Diario de Julien Green (1900-1998), pude encontrarme con una oración bellísima. Como el novelista no le puso nombre, a mí se me ocurrió llamarla Plegaria para aprovechar los días. Dice así:
Haz, oh Señor,
que la semana que comienza
tenga verdaderamente siete días.
No permitas que por la razón que sea
el lunes se empalme con el viernes,
y yo me encuentre,
el sábado por la mañana,
preguntándome qué paso
con el martes,
el miércoles
y el jueves.
Aprovechar, vivir todos los días: he aquí un arte difícil. Cuando yo era niño, soñaba ya con ser mayor, con que el tiempo pasara rápido. Hoy no desearía una cosa semejante. Si hoy, lunes, pidiera que ya fuera viernes porque el viernes tendrá lugar un acontecimiento que espero con impaciencia, ¿qué pasaría con el martes, el miércoles y el jueves, es decir, los días no vividos? De cualquier manera se cargarían a mi cuenta, como en un restaurante, donde basta con pedir la comida para que te la cobren; si te la comes o no, eso no le importa al mesero: puesto que la pediste, debes pagarla.
No; que hoy no sea mañana o pasado mañana. Que hoy sea simplemente hoy, para que no me encuentre al final de la vida sin saber qué pasó con todos mis miércoles, mis jueves y mis viernes, con el poco tiempo que me había sido concedido y que nunca jamás me volverán a dar.
EL OBSERVADOR 473-4
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FAMILIA
Un genio en casa (chicos creativos)
Normalmente llamamos creatividad a la capacidad de ir más allá de lo "normal", de lo que todo el mundo sabe o supone, y generar ideas nuevas e interesantes. La creatividad no es algo exclusivo de un tipo de personas o de un tipo de actividades. Es verdad que hay personas que nacen más dotadas, pero también es cierto que, como casi todo, la creatividad se puede educar, como también es verdad que la rutina, la comodidad o un ambiente falto de estímulo la puede enterrar.
Podemos enseñarles a ver las cosas que les rodean con otros ojos: por qué funciona la televisión, cómo vuelan los aviones, qué les ha sorprendido de una lección.
El error puede convertirse en una forma de aprender y ser creativo. No importa que se equivoque, por ejemplo, al arreglar su bici o al plantear un problema de trigonometría. Por esto no son ya "inútiles". Que se esfuercen en la solución por ellos mismos puede ser una ocasión de mostrar su independencia y su iniciativa.
Con respecto a los trabajos de la escuela, hay que animarles a que sean creativos y no "copien" con un golpe de ratón de la enciclopedia "Encarta" de la computadora.
La sociedad tiende a uniformarnos en las aficiones, en los gustos y, sobre todo, en la forma de pensar. Por otro lado la persona totalmente "original" corre el peligro de ser un tipo raro que nunca encuentra gente a su medida. Pero dentro de un cierto equilibrio es bueno favorecer alternativas en los hijos: una afición, un deporte distinto del habitual, un hobby, una tendencia musical distinta.
Hay que darles un tiempo suficiente para hacer las cosas. Las prisas no son buenas para nada. En nuestra sociedad ser "rápido" es ser "listo", pero el pensador creativo necesita tiempo. El cambio de actividad permanente a toda costa puede no favorecer la creatividad.
(Fuente: 4 Minutos de Buenas Noticias)
EL OBSERVADOR 473-5
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INTIMIDADES - LOS JÓVENES NOS CUENTAN-
¿Hasta donde llegar en el noviazgo?
Por Yusi Cervantes Leyzaola
PREGUNTA:
He leído un mensaje que usted ha escrito a una chica que tiene novio y éste quiere tener relaciones sexuales con ella. Me he animado a contactar con usted porque me encuentro en una situacion similar: yo tengo novio tambien e intento vivir el Evangelio tal cual (aunque con todos mis fallos y errores), aplicarlo a mi vida en cualquier aspecto y situación. Mi novio ni va a Misa, apenas cree en Dios. Con el tiempo me insinuó lo de tener sexo, pero yo le dije que hasta el matrimonio na' de na', y estuvimos a punto de dejarlo por eso, pero al final lo aceptó tal cual pero en situaciones de intimidad. Yo sé que acostarme no debo, pero hacer todo lo demás (ya me entiendes) ¿estaría mal? Yo también lo comprendo porque yo sé que a un hombre es muy dificil mantenerlo a base de besos. He hablado con varios sacerdotes, todos me dicen que de hacerlo nada; yo les pregunto que hasta dónde está el límite pero me dicen que eso va en mi conciencia y creo que eso es una respuesta muy subjetiva. Quiero saber si provocar situaciones que conduzcan a sentir placer está mal o no. La verdad es que no sé hasta qué punto llegar para que esté él bien y yo también. Estoy a gusto cuando estoy con él, pero a la vez temo quedarme a solas porque pienso que hay veces en que la situacion no puedo controlarla. Necesito tener mi conciencia limpia y tranquila pero no sé como compaginarla bien con tener pareja. Bueno, muchas gracias por escucharme y espero su contestacion.
RESPUESTA:
El asunto es subjetivo porque depende de muchos factores personales. El mismo beso puede ser bueno en una pareja, demasiado íntimo en unos novios que recién comienzan su relación, peligroso es una pareja que se apasiona con facilidad, e imprudente entre novios adolescentes. En cualquier caso, la castidad entre los novios implica no tocar nunca sus partes íntimas, ni por encima de la ropa; y mucho menos llevarse uno al otro a una excitación cercana a la del acto sexual.
El placer está bien; por supuesto, abrazar a la persona que amas produce placer, gozo, ternura... El problema es cuando este placer se convierte en excitación sexual. A esto es a lo que hay que procurar no llegar, y si ocurre, pararlo pronto. Y no volverse a acercar a la situación de peligro. Solamente ustedes saben cuál es el punto hasta el que pueden llegar conservando el dominio de sí mismos, la paz interior y la tranquilidad de sus conciencias.
No tienes que mantener a ningún novio a base de nada, sino que él debe estar contigo porque te ama tal cual eres. Me explico: me dio la impresión, al leer tus palabras, de que estás preocupada por complacerlo, con riesgo de pasar por encima de tus convicciones. Y eso, además de significar falta de respeto por ti misma, puede llevarte a situaciones peligrosas.
Mantente firme en tus principios y disfruta tu noviazgo con la libertad, la alegría y la seguridad que son frutos de la castidad.
La psicóloga Cervantes responderá por este medio las preguntas que le envíen a El Observador: Reforma 48, apdo. 49, Querétaro, Qro. C.P. 76000; o que se le hagan al telé. 228-02-16. Citas al 215-67-68. Correo electrónico: cervleyza@msn.com
EL OBSERVADOR 473-6
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PINCELADAS
El mar y el mareo
Por Justo López Melús *
Suele decirse que no hay peor ciego que el que no quiere ver, que no hay peor sordo que el que no quiere oír, y que es imposible alegrar al que se regodea en su tristeza.
La primera condición para vencer la tristeza es dejar de amarla.
«Mi pena es muy mala
porque es una pena
que yo no quisiera
que se me quitara».
Como aquel conferenciante que fue invitado a hablar del mar y habló del mareo.
Es mucho mejor ser generoso, y más saludable, ver el lado bueno de las cosas. Cuando mis amigos son tuertos, los miro de perfil. Como afirma Tagore: ante un perro muerto que olía muy mal sólo Jesús supo ver qué blancos tenía los dientes.
* Operario Diocesano en San José de Gracia de Querétaro.
EL OBSERVADOR 473-7
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REPORTAJE
Pornografía, libertad de expresión y niños
Los esfuerzos para proteger a los niños de la pornografía en internet han recibido un revés con la decisión del pasado 29 de junio del Tribunal Supremo estadounidense. En una votación de 5 a 4, el tribunal mantuvo la decisión de un tribunal federal de distrito, que impedía la entrada en vigor de la Ley de Protección Online de los Niños. Los jueces estuvieron de acuerdo con el tribunal de instancia inferior en que la ley probablemente viole la garantía constitucional de la libertad de expresión.
La ley impone fuertes penas financieras a los lugares de internet que permitan que alguien con menos de 17 años obtenga acceso a pornografía. La ley tiene fecha de hace seis años, pero se ha impedido que tenga efecto por una serie de casos de tribunales. Quienes se oponen defienden, entre otras cosas, que los filtros, y no las penas criminales, son una forma mejor de resolver el problema del acceso de los menores a la pornografía.
De hecho, es la tercera vez que el tribunal supremo considera esta ley, y la última decisión no ha puesto punto final al asunto. La decisión por mayoría envió el caso de vuelta a los tribunales inferiores para una consideración ulterior sobre los méritos de la ley.
El presidente del Family Research Council, Tony Perkins, critica la decisión diciendo: «Esta ley no impide las decisiones de los adultos que busquen ver material pornográfico. Sólo reconoce algo de mero sentido común: deberíamos centrarnos en hacer difícil que los niños accedan al porno en vez de hacerlo más fácil».
En su argumentación ante el Tribunal Supremo defendiendo la ley, Family Research Council sostenía que el gobierno tiene un interés legítimo en mantener una sociedad decente y proteger a los niños de la pornografía restringida. «Permitir el impacto comercial de la obscenidad en nuestros hijos carece de cualquier valor digno de protección», afirmaba la organización en una declaración.
Comercializar sexo y violencia
La disputa sobre internet y pornografía forma parte de una preocupación más amplia sobre los efectos negativos de un medio de masas, que expone a los niños y adolescentes a fuertes dosis de contenidos más explícitos que nunca. La toxicidad de la cultura popular ha sido examinada en el libro Kid Stuff: Marketing Sex and Violence to America's Children, editado por Diane Ravitch y Joseph Viteritti, profesores en la Universidad de Nueva York.
En su introducción, los editores observaban que mucho de lo que está disponible para los niños a través de los medios de masas es beneficioso y que la televisión e internet ofrecen acceso a una gran cantidad de información educativa. Sin embargo, los niños y adolescentes también están «expuestos a valores que minan su buen carácter».
La influencia de los medios sobre los jóvenes ha aumentado también debido a la disminución de la influencia de instituciones como las iglesias y escuelas a la hora de guiar su comportamiento y formar a los jóvenes. Asimismo, muchos padres han abdicado de su responsabilidad sobre lo que sus hijos reciben a través de los medios. «Cuando los adultos muestran renuencia a fijar normas sobre la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, los más jóvenes captan el mensaje de que no hay diferencia», observan Ravitch y Viteritti.
En su capítulo sobre los problemas de la enseñanza en un mundo dominado por la cultura popular, Todd Gitlin, profesor en la Universidad de Columbia, observa que los medios juegan un papel importante al influir en los estados emotivos y en las aspiraciones de los más jóvenes. E incluso, aunque los adolescentes no siempre presten total atención a lo que están viendo y oyendo, están expuestos a los medios durante gran parte del tiempo, observaba Gitlin.
Una encuesta citada por Gitlin calcula que la exposición media de un niño es de 6 horas y media al día. Esto varía según la edad, con un pico de ocho horas en el periodo de edad de los 8 a los 13 años. No es de sorprender que el 65% de los que tienen de 8 a 18 años tengan televisión en su habitación, 86% radio, 75% CD, y 45% una consola de vídeo juegos. Y el 42% de los niños entre 2 y 18 años viven en hogares donde la televisión está encendida a todas horas.
Gitlin comenta que sobre la cuestión de la violencia resulta difícil probar una relación causal directa entre el contenido de los medios y las acciones violentas de la vida real. La violencia vista en los medios, sin embargo, forma parte de las experiencias cognitivas y emocionales de los adolescentes. «Puede o no enseñar la lección de que lo que cuenta es la fuerza o que la vida humana es consumible, pero incluso si no puede, está enseñando que la violencia es un recurso rutinario».
El capítulo de Stacy Smith y Ed Donnerstein también contempla la cuestión de la culpa que puede atribuirse a los medios. Los dos profesores, de la Universidad estatal de Michigan y de la Universidad de Arizona, respectivamente, admiten que los medios son sólo un factor en la socialización de los jóvenes. Observan, sin embargo, elementos disturbadores en el contenido que ofrecen.
Citan un extenso estudio que muestra la forma en que se presenta la violencia. A menudo está rodeada de glamour, y raramente se presentan las consecuencias negativas de la violencia. La violencia es también rutinariamente «obviada y trivializada», con más de la mitad de las interacciones violentas de la televisión que no muestran dolor alguno por el individuo. También citan numerosos estudios que demuestran la presencia cada vez más en aumento del sexo, las drogas y el abuso de alcohol en los medios, normalmente sin ninguna consideración sobre sus consecuencias negativas.
Cultura de la obscenidad
Smith y Donnerstein citan estudios que muestran que más del 44% de los adolescentes han visitado lugares de internet de adultos. Además, los motores de búsqueda hacen fácil el acceder a materiales que antes eran difíciles de obtener. Con internet, obtener contenido sexual «es más fácil, más rápido, más anónimo, y es posible traer a la pantalla de tu ordenador cualquier cosa que quieras», comentan.
Elisabeth Lasch-Quinn, profesora de historia en la Universidad de Syracuse, trata la creciente vulgaridad de los medios. La pornografía sexual es penetrante, observa, e incluso la cultura popular sufre de «una forma de fundamental grosería, vulgaridad, indecencia, perversidad y vacuidad».
También se opone al modo barato de sexualidad que suele presentarse en los medios. Las imágenes sexuales están en todas partes, y se caracterizan por ser crasas, uniformes, triviales y privadas a menudo de cualquier elemento romántico.
Lasch-Quinn llama la atención sobre cómo suele presentarse de modo irreal a las mujeres en los medios. Las imágenes y el comportamiento exaltado han jugado su papel al promover tendencias como la delgadez extrema que conduce a desórdenes alimentarios, perforación del cuerpo y tatuajes, y cirugía plástica.
Peter Christenson, profesor de comunicación en el Lewis and Clark College de Oregón, echa una ojeada a la música popular en la vida de la juventud. Estilos tales como el rap y el heavy metal, observa, han recibido duras críticas por degradar a las mujeres y glorificar la violencia, las drogas y el racismo.
En cuanto al contenido sexual, Christenson observa que el mensaje, o las imágenes en el caso de los videos musicales, no sólo son provocativas, sino que suelen caracterizarse por elementos de satisfacción y explotación.
Criar a los hijos, observan Ravitch y Viteritti, «implica un compromiso consciente por la elevar la mente, el cuerpo y el espíritu, no por su degradación». Los padres deberían cultivar el aprecio por la buena literatura, la música, el cine y el arte, recomiendan. A pesar de las leyes, es el momento de que los padres se tomen su responsabilidad de modo más serio.
(Fuente: Zenit)
EL OBSERVADOR 473-8
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CULTURA
La responsabilidad por el otro
Por Carlos Díaz
La responsabilidad no es la indiferencia del abúlico desinterés, sino muy al contrario la acogida amable, solícita, la pregunta por el hermano, donde la pregunta quiere ser respuesta, y la respuesta responsabilidad; es la palabra que nos viene del tú en quien creemos la que nos asegura la existencia: se trata de decir la identidad misma del yo humano a partir de la responsabilidad, es decir, a partir de esa posición o de esa deposición del yo soberano en la conciencia de sí, deposición que, precisamente, es su responsabilidad para con el otro. La responsabilidad es lo que me incumbe y lo que humanamente no puedo rechazar. Esa carga constituye una suprema dignidad del único. Yo no soy intercambiable, soy yo en la sola medida en que soy responsable. Yo puedo sustituir a todos, pero nadie puede sustituirme a mí. Tal es mi identidad inalienable de sujeto. En ese sentido preciso es en el que Dostoievski dice: «Todos somos responsables de todo y de todos ante todos, y yo más que todos los otros».
Entonces los derechos de los demás son derechos de ellos sobre mí, y mis derechos son deberes hacia ellos en activa respuesta esponsal al uno-para-el-otro, si tenemos en cuenta que tanto los términos «respuesta» y «esposo/a» vienen de spondeo: responder, co-responder, co-responsabilizarse. Y, cuando llega el día, el último responso será la hora definitiva, pues sólo al final del trayecto llega la postrera respuesta al nombre del hombre.
- Dime abiertamente, te invito a hacerlo: imagínate que tú mismo debes erigir el edificio de los destinos humanos con el objetivo final de hacer felices a los hombres, de darles, por fin, la paz y la tranquilidad, mas para ello es necesario e inevitable atormentar aunque sólo sea a la más humilde criatura, a esa misma niña que se pegaba con su puñito en el pecho, y, sobre los cimientos de esas lágrimas no vengadas, levantar ese edificio; dime, ¿aceptarías ser el arquitecto en esas condiciones? ¡Dilo y no mientas!
- No, no lo aceptaría -articuló en voz baja Aliosha.
- ¿Y puedes admitir la idea de que los hombres para los cuales habrías de construir consintiesen en aceptar su felicidad a cambio de la sangre injustificada de una criatura torturada y que, habiéndola aceptado, serían felices para siempre?
- No, no puedo admitirlo.
(Dostoyevsky, Los Hermanos Karamazov).
Sin embargo, pocas cosas habrán mantenido su esencia tan inalterada en el tiempo como las violaciones y los atentados contra la dignidad humana. Ciertamente instrumentos e ingenios de tortura y de muerte no han faltado: desde el potro o el aplastacabezas hasta las descargas eléctricas o la administración de sicofármacos que alteran el dominio del cuerpo va una serie de novedades históricas -aquí cuesta decir avances o progresos- y un mismo siniestro hilo de ignominia que aún no se ha roto, ni mucho menos. Pero tampoco hacen falta demasiados instrumentos materiales para tan macabro fin; basta con utilizar como instrumentos a las personas: torturar a los familiares más próximos en presencia del detenido, o forzar a las víctimas a que tomen parte en la tortura de sus propios familiares.
Mas cuanto ofende la dignidad humana perjudica a la civilización. Todos los humanos aspiran a ser tratados como tales («¡trátame como a un ser humano!»). Hay en toda persona más cosas dignas de admiración que de desprecio, aunque a veces no lo parezca: las hay, al menos porque puede llegar a haberlas, siendo nuestra misión la de madrugar para descubrirlas; así pues, cuando te cueste trabajo despertar, recuerda: me despierto para llevar a cabo mi tarea de ser persona y de sentir que, colocando la primera piedra, se contribuye a construir el mundo. Las personas existimos unas por otras, así que instrúyelas, o sopórtalas: la sabiduría deja de ser sabiduría cuando es demasiado orgullosa para llorar, demasiado grave para reir y demasiado llena de sí misma para buscar a los demás.
EL OBSERVADOR 473-9
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COMUNICACIÓN
Cámaras por todas partes
Por Santiago Norte
La realidad ha cambiado mucho desde que hay cámaras de video para grabarla. Así, la realidad de la información. Como dice Ignacio Ramonet (La Tiranía de la Comunicación, Madrid, 2002): «Ésa es toda la ideología de CNN, la nueva ideología de la información en continuo y en tiempo directo, que la radio y la televisión han adoptado. Esa idea de que el mundo tiene cámaras en todas partes y que cualquier cosa que se produzca debe ser grabada. Y si no se graba no es importante».
El azoro del 11 de septiembre hubiera sido menor si no hubiese habido por lo menos seis versiones grabadas del segundo impacto a las Torres Gemelas. Después, la transmisión en directo del derrumbe y las escenas del rescate. Todo ello contribuyó a hacer de este atentado el gran icono del naciente siglo XXl. Hay más muertos en un terremoto como el de la Ciudad de México en 1985. Hay, por supuesto, más decesos en un día de niños por diarrea en África que los caídos en Nueva York. La diferencia es que allí había cámaras. Y en África no.
Hay un elemento que arrastra el postulado de Ramonet y es delicado ¿Por qué siempre la televisión sale por encima del periódico impreso en las encuestas sobre confiabilidad de información? ¿No se supone que los informadores de tele son una especie de bustos parlantes y que es muy distinta la preparación del periodista que escribe sus notas? El medio es el mensaje. Y la gente cree lo que ve en directo no lo que le cuentan al día siguiente. Por lo demás, esta credulidad facilita el engaño, el truco, el hacer pasar gato por liebre. So pretexto de la confianza que genera en la gente lo que ve, basta manipular a modo aquello que la gente ve para convencerla de cosas que jamás existieron, que son puramente montaje.
Aquí hay un entramado muy complejo de intereses políticos y económicos que están detrás de la apuesta de que lo que se ve es lo que existe. Los informes sobre la tortura en el mundo que da cada año Amnistía Internacional deberían ser materia informativa de primer orden. Pero a nadie conviene (del poder) que se conozca lo que existe en los sótanos de la «democracia». Así resulta «noticia» más importante el casorio de la señora Spears que la persistencia de una práctica inhumana, infame y paleolítica como es la tortura y la desaparición forzada.
Las grandes hambrunas de África, los tifones en Tailandia o los terremotos en Perú son «noticia» si hay imágenes de ellos; si no, puede pasar la peor de las tragedias que nadie se la creerá y, por tanto, no fluirá ayuda de ninguna especie. Para que un golpe de Estado sea factible, primero tiene que tomarse la estación de televisión de la capital del país. Y los miembros de la asonada adquirir carta de existencia porque salieron a cuadro. Los decapitados en Irak son grabados para que se conozca el crimen y la causa de los criminales... En fin: hemos llegado a un estado de cosas en que la verdad no descansa en la validez del conocimiento, sino en la imagen emitida. Y de esto a la ignorancia total hay un paso.
EL OBSERVADOR 473-10
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COLUMNA ABIERTA
Ganar medallas
Por Walter Turnbull
Nos preocupamos mucho por no ganar medallas, que se han convertido en símbolo del prestigio del país.
Según nos han contado, los juegos olímpicos eran una celebración, una convivencia, una fiesta, y las guerras se interrumpían para que los juegos se pudieran llevar a cabo. Ese hermoso sentido se ha conservado hasta nuestros días y hasta se ha exaltado como una reacción ante este mundo violento y conflictivo.
Llegado el momento, los atletas se lanzan al campo. Ahí culminan años de entrenamiento, de disciplina, de sacrificio, toda una vida invertida en la persecución de ese glorioso momento: ver aparecer la mejor calificación, escuchar el aplauso, subir al podio, ver ondear la bandera del país y escuchar el himno nacional. Todo un acervo de facultades, esfuerzo y técnica; el éxito de toda una vida pendiente de un momento de suerte, del biorritmo, de un paso cinco centímetros más largo de la cuenta, de un instante de desequilibrio, de un juez localista, de una lesión... La apoteosis y la tragedia también conviven y se alternan.
Y los mexicanos rompemos en lamentaciones: «Doscientos atletas en la olimpiada y sólo dos medallas. Los gringos se llevan una medalla por cada cinco atletas, nosotros nos llevamos una por cada cien. Cada medalla nos cuesta tantos y tantos miles de dólares. Es que la grilla dentro del comité, es que la mentalidad del mexicano, es que la mala alimentación, es que los métodos arcaicos de entrenamiento, es que la falta de presupuesto... Tenemos que hacer algo por el deporte nacional para que México obtenga más medallas».
A cambio de algunos en los que teníamos puestas nuestras esperanzas y que lamentablemente sufrieron algún percance, alguien alcanza una medalla. ¡Viva México! Al menos no nos fuimos en cero. Y el honor de la comitiva mexicana pende de la medalla, y el honor de México también. El atleta se juega la vida y el país se cuelga las medallas.
Como si el que un atleta gane medallas hiciera algo por la sociedad. Como si el hambre, la injusticia o la deuda externa se redujeran por tener más medallas de oro. Como si, por tener más medallas de oro, todos los mexicanos tuviéramos más áreas verdes, más campos deportivos, más tiempo para la sana recreación, mejor acceso a la salud.
Y es que las medallas se han convertido en armas de la guerra ideológica. Si gano más medallas significa que mi sistema es más bueno, que mi gobierno funciona mejor. Y las grandes tiranías se enfrascan en la conquista de medallas como si en eso les fuera la vida. Y la lista de países con más medallas se parece mucho a la lista de países con más violaciones a los derechos humanos.
Fea cosa es que nuestro país gane menos medallas de las que podría si no fuera por la corrupción, el desorden, el favoritismo... pero más feo es que nos preocupemos tanto por una banalidad como son las medallas, en una guerra para la que no tenemos armas.
EL OBSERVADOR 473-11
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FIN
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